El exceso de líquido cefalorraquídeo se denomina hidrocefalia y puede provocar deterioro neurológico significativo si ocurre rápidamente, requiriendo una técnica urgente para su evacuación. Cuando la hidrocefalia se desarrolla de manera lenta y progresiva, también puede necesitar tratamiento quirúrgico. El procedimiento habitual es la inserción de una derivación de líquido cefalorraquídeo con una válvula interpuesta. Aunque existen variantes, la técnica más común consiste en insertar un catéter en los ventrículos del cerebro (espacio del cerebro donde más cantidad de líquido cefalorraquídeo hay), pasándolo por debajo de la piel hasta el abdomen, donde se introduce en la cavidad peritoneal. De esta manera, el exceso de líquido cefalorraquídeo del cerebro se libera en dicha cavidad, que puede absorberlo. Para controlar la cantidad de líquido drenado del cerebro, se coloca una válvula en ese catéter, generalmente bajo el cuero cabelludo, que regula mediante diferentes mecanismos la cantidad de líquido que se drena.