Es el tiempo posterior a la cirugía y generalmente se extiende hasta el alta hospitalaria. 

La primera medida que se toma en este período es evaluar el estado neurológico y general del paciente. Se explora su nivel de consciencia, movilidad, capacidad de hablar, interacción, sensibilidad, memoria y esfera afectiva para determinar si existe algún déficit tras la cirugía y tomar las medidas necesarias para la recuperación. Si el paciente sufre dolor es tratado de manera eficaz y precoz. 

Se realizan pruebas de imagen para verificar que el material implantado esté correctamente posicionado y que no haya lesiones derivadas de la técnica quirúrgica. 

Cuando la cirugía es compleja y existe la posibilidad de complicaciones graves, el paciente es ingresado en la unidad de cuidados intensivos para un seguimiento continuo. Después de un período adecuado de observación, el paciente pasa a una habitación del hospital.

Si no se anticipan complicaciones graves, el paciente es trasladado desde el quirófano a una sala de recuperación postanestésica durante unas horas antes de ser llevado a su habitación. 

Durante todo el periodo postoperatorio, el paciente es evaluado continuamente, se le administran los medicamentos necesarios y la herida es revisada diariamente. Tanto el paciente como sus familiares son informados acerca de la operación y las previsiones a corto y medio plazo.

Cuando se considera que el paciente está estable y recuperado de la intervención, es dado de alta a su domicilio con un plan de cuidados y supervisión que permita que retome progresivamente su vida habitual. Será atendido periódicamente en la consulta según lo establecido por el neurocirujano.