El quirófano donde se va a realizar una intervención neuroquirúrgica debe reunir unos requisitos de equipamiento tecnológico y acondicionamiento que asegure la seguridad del paciente. 

La temperatura debe estar en torno a 21º y no superar en ningún caso los 24º para evitar el crecimiento de bacterias. La humedad debe ser del 50% y no mayor para evitar el crecimiento de hongos. Debe disponer de un sistema de flujo laminar de aire y presión positiva para impedir el asentamiento de gérmenes. Las paredes deben ser de materiales específicos y recibir limpieza periódica al igual que los conductos de aire acondicionado. Tras cada procedimiento quirúrgico se higieniza el suelo, mesas, aparatos y mobiliario. 

Los principales aparatos son el respirador que utilizará el anestesista, las lámparas que cuelgan del techo e iluminan el campo quirúrgico, los equipos informáticos con los que se registrarán los datos del paciente y de la intervención, las pantallas de televisión en las que aparecerán las imágenes radiológicas y las imágenes en directo de la cirugía, el microscopio quirúrgico, el equipo de monitorización neurofisiológica, el fluoroscopio con el que se obtienen imágenes radiológicas intraquirúrgicas, el neuronavegador que indica al neurocirujano el punto exacto del cráneo, cerebro o la columna vertebral donde se encuentra un instrumento, las estanterías con fungibles, y el mobiliario compuesto por mesas y sillas. El quirófano tiene acceso a una sala anexa donde se almacenan las cajas de instrumental quirúrgico, los implantes y otros fungibles.

Los quirófanos modernos tienen cámaras para retransmisión y grabación, paneles e iluminación decorativa para relajar el ambiente. También es común reproducir música a bajo volumen para ayudar a la concentración del equipo sanitario.